Imaginate una madrugada con alerta naranja. Recreá en tu mente los golpes de agua en el techo de chapa, un aguacero de horas que satura el suelo y alimenta los charcos haciendo burbujitas. Señal de que no va a parar. Imaginá el río Rosario, el arroyo Sauce o el Minuano moviéndose a la velocidad de una autopista en hora pico. Pensá en el paso sobre el arroyo Sarandí, superado por el agua, que se amontona al costado de la carretera, haciendo cola y presionando para pasar como una barra brava a la salida del partido.

Imaginate una humilde actividad de Ecoteología, planificada para ese sábado 27 de agosto, con esas perspectivas. Hacete la película de un encuentro para adolescentes y jóvenes con actividades al aire libre. En buen inglés dirían que ese es el “worst case scenario”. Lo peor que podría pasar.

Imaginalo. Todo puede ‘malir sal’. La lluvia golpea tan fuerte que la gente empieza a preguntar. “¿Se hace la actividad? Después hablaremos del cambio climático o de la pérdida del monte de ribera. ¡Quiero que la actividad se haga!

¿Y sabés que pasó? Salió. Fue entrar al salón para ver las caras de toda la gurisada que se había trasladado hasta ahí para compartir un día, aunque llueva. O porque llueve. Llegar al predio de campamentos de Los Pinos, que los gurises de la IERP habían acondicionado y preparado para recibirnos. Pasar el umbral del salón y ver todos esos rostros que transmitían las ganas de estar, el entusiasmo, la expectativa.

La lluvia de la mañana se mezcló con el calor de la cocina y con los juegos que cada grupo preparó. De tarde, cuando despejó, hubo tiempo para la recorrida, la visita al Parque XVII de Febrero, los juegos al sol.

Fuimos una treintena de entusiastas que desafiaron un mal pronóstico. Un recuerdo de todo lo que se puede lograr cuando nos animan las ganas de estar juntos.

“A pesar de que el clima no acompañaba, nadie dijo ‘no, yo no voy porque llueve’. Nos reencontramos con gente que habíamos conocidos en otras actividades, y conocimos gente nueva. Ahora queremos seguir” (Carolina, de Nueva Helvecia)

“Se hizo muy dinámico el día. Me gustó la idea de que cada grupo pudiera proponer una actividad. Estuvo bueno que después del almuerzo pudimos recorrer la zona, o cuando Ana nos explicó sobre las diferentes plantas y árboles que crecen en la zona. Fue una caminata muy linda, con mate y charla, que necesitábamos” (Juan, de Colonia Valdense)

“Me resultó un encuentro super fresco. Lo que más me sorprendió fue la confianza de los gurises y las gurisas, que organizaron, compartieron. Nos transmitieron ese sentimiento y la calidez.” (Sofi, del Equipo de Ecoteología)