Pasó el primer Retiro de ECOreflexión, que compartimos una treintena de personas, personitas y personotas, donde transitamos por los árboles del Antiguo y el Nuevo Testamento, donde transitamos por las plantas de nuestras infancias (actuales y pasadas), donde nos pensamos parte del bosque. Agradecemos a Pablo Ferrer por su sabiduría, su ternura y parsimonia para guiarnos en estos recorridos. La Biblia empieza y termina con un árbol de la vida. En las historias personales que intercambiamos, se atraviesan las ramas y raíces de amistades vegetales que nos dieron sombra, abrigo, rincón de juego y escaladas, y alimento, mucho alimento. Y oxígeno, y regulación de temperatura, y hábitat para pájaros, abejas y mariposas… vida, diversa, biodiversa. Agradecemos también la «biodiversidad de origen» de todos quienes participaron, que llegaron desde San José, Paysandú, Colonia, Valdense, Ombúes de Lavalle, Treinta y Tres, Montevideo.

A continuación imágenes y palabras que resumen lo que fue el primer fin de semana de Agosto en el Centro Emmanuel.

Aquel encuentro nos devolvió el aliento,
para entrar al bosque y salir de lo banal,
para traer un molle y soñar un matorral,
oler la espesura, hundirse en un cuento.

Nos cobijó la noche y un gato holgazán,
nos transformó el debate, la voz de un profeta.
¿Qué más pedir para un alma inquieta,
la higuera de Juana, el Apocalipsis de Juan?

¿Quién dijo que merodear es tirar el tiempo,
que perderse en el fuego es cosa del mal,
si observar las brasas es como ver al zorzal,
si Dios me rodea y suspira en el viento?