Por Ana Berretta, desde Colonia.

Dicen que la memoria y los afectos se cuelan en nuestras decisiones cotidianas. A la hora de pensar qué hacer para comer la razón juega con la emoción, y terminamos haciendo lo que más nos gusta, lo que nos trae buenos recuerdos, lo que nos devuelve el placer. Por eso, cuando cocinamos no solo mezclamos ingredientes, también combinamos memorias y deseos, para hacer algo que no llena solo el estómago sino el corazón.

Por algo será que un asadito o una cazuela me acarician el alma. Por algo será que el mate de yuyos me conecta con esa infancia de tardes largas. Por algo será que el laurel de la salsa no me puede faltar. No son elecciones objetivas, son pequeños gestos y sabores que me conectan con algo más.

Por eso, la cocina y el paladar pueden conectarnos con lo que somos, con lo que alguna vez fue y tanto amamos, y con lo que alguna vez será. En ese sentido, cocinar es recordar y proyectar.

Cuando Ana nos mandó esta receta, enseguida nos dimos cuenta de que la elección no fue al azar. Descendiente de italianos del Trentino, la cocina de sus padres estaba llena de aromas y ‘yuyitos’, sabores de comidas en los que nada se desperdicia, sabia para aprovechar lo que abunda en cada estación.

En las recetas que compartimos, a Ana no le alcanzó con mandar las instrucciones. También lo preparó para mostrarnos. Es seguro que, haciendo y probando, su casa se volvió a llenar de recuerdos y esperanzas.

Canederli con llantén

Esta receta que les mando es una mezcla entre “strangolapreti” y “canederli”.

La base es pan viejo, que se remoja en leche, se agrega huevo, un chorizo bien sabroso que primero se saltea para sacar la grasa que pueda tener.

Se agrega llantén saltadito con ajo, luego queso rallado, nuez moscada, orégano, tomillo, ciboulette, y un poco de harina.

Se forman pequeñas albóndigas que se hierven en poco caldo hasta que floten. Se sirven con el mismo caldo, aceite de oliva o manteca y queso rallado.

Para el postre…

Esta es otra receta fácil y de estación: caramelizado de cáscaras de naranjas, limas y mandarinas.

Cuando hacemos jugo o las comemos, guardamos las cáscaras (¡por supuesto orgánicas!). Se cortan en tiritas chicas, y las de naranja y lima se hierven hasta que estén tiernas.

Luego se pone en una cacerola igual cantidad de agua que de azúcar, y se ponen a hervir nuevamente las cáscaras de naranja y lima. (Las de mandarina, como ya son tiernas, no necesitaron un primer hervor; pero ahora sí se las hierve con el agua y el azúcar).

Se hierve hasta que empieza a hacer burbujas (a caramelizarse). Se sacan y ponen en rejilla a secar por un par de días.

Luego se pueden espolvorear con azúcar para que queden «escarchadas». Y Listo.

Fotos: canederli, cáscaras