Las y los jóvenes uruguayos de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata se encontraron para un nuevo campamento veraniego del 8 al 12 de enero de 2025. En ese marco, convocaron al Centro Emmanuel para colaborar en el desarrollo del tema propuesto para el encuentro: “raíces fuertes, vida saludable”. Particularmente, se pensó en dos módulos durante la jornada del jueves 9, donde se abordó la importancia de la alimentación saludable, partiendo de la noción de alimento y finalizando con el valores nutricionales y etiquetado de los alimentos que encontramos envasados en almacenes y mercados. La actividad fue dirigida por la Lic. en Alimentación Adriana Mato Castro, miembro del Consejo Directivo del Centro y parte del equipo docente de gastronomía del Instituto Crandon de Montevideo. Colaboró en la presentación de la propuesta y juegos anexos el secretario de promoción Josué Charbonnier, además del acompañamiento de la secretaria de ecoteología Andrea Roa Almeida y Pablo Waszuk, quien nos comparte las fotos.

Exceso de recuerdos, exceso de tentación

Luego de intercambiar con un juego acerca de qué otras palabras vinculaban al concepto de alimento, el grupo de acampantes escuchó lo que sumó Adriana a la charla, contando la importancia de la alimentación a lo largo de la historia de la humanidad, cómo el omnivorismo (la capacidad de ingerir alimentos de origen animal como vegetal) se vinculó con el crecimiento de nuestro cráneo y el diseño de mandíbula y dientes adaptados. Cómo el acto de alimentarse está pautado por el entorno: la disponibilidad según clima y territorio, las tradiciones religiosas y culturales, las necesidades nutricionales según las regiones, la salud de la población… y el placer que la combinación de sabores nos fue despertando. La alimentación es un derecho humano, y esto no solo implica el acceso a la fuente de nutrición, sino el respeto a las características culturales e identitarias de cada “tradición gastronómica” en la que crecemos. El famoso “uno es lo que come” se traduce en esos valores culturales que también nos nutren desde el aspecto social, intelectual, espiritual; y que nos invitan a pensar el acto de comer como parte de una cadena, en la que seamos conscientes del origen del alimento, la forma de ser producido, como llega a nuestros hogares, cómo deben ser preparados y/o cocinados, y muy importante, los vínculos sociales que permiten o que no permiten. La guía alimentaria del Ministerio de Salud Pública nos dice claramente: Alimentarse significa mucho más que satisfacer el hambre, nutrir el cuerpo o prevenir y tratar enfermedades. La comida nos da placer y contribuye cotidianamente a iniciar y mantener relaciones personales, familiares y de negocios, a expresar la individualidad, el sentido de pertenencia, el amor y el cariño. Las conexiones sociales que construimos y establecemos alrededor de la mesa contribuyen a nuestro bienestar. Por este motivo, la actividad finalizó con un juego donde fuimos agregándole octógonos de etiquetado frontal con los “valores culturales” que nos parecían nos transmitían diferentes tipos de alimentos.

Agradecemos a Mónica, Jhonatan y a toda la barra juvenil de la IERP en Uruguay por la invitación a participar de su campamento, y seguimos invitando a practicar comensalías conscientes, como bien nos recuerdan los versos para agradecer los alimentos que solemos cantar en campamento: “bendice Señor nuestro pan, y da pan a los que tienen hambre, y hambre de justicia a los que tienen pan”. Sigamos construyendo sociedades más justas desde el conocimiento de nuestra alimentación y la mesa compartida.