El 1 de septiembre, en la Fiesta de la Diaconía de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) que tuvo lugar en la Congregación Evangélica de Nueva Helvecia, se puso de relieve la conexión esencial entre la diaconía y la justicia social. El evento permitió conocer las diversas obras diacónicas donde participa la IERP, con esperanza y dedicación, trabajando en favor de niñas, niños, jóvenes y otros grupos vulnerables. Estas iniciativas, impulsadas por la fe, son un testimonio del compromiso con la transformación social, donde la justicia no es solo una meta, sino un camino que se construye con acciones concretas.

A lo largo de la jornada, se compartieron experiencias de proyectos que, a través del trabajo comunitario y educativo, abordan las necesidades más urgentes. En cada iniciativa, se busca fortalecer los vínculos sociales y dar herramientas a las personas para que puedan vivir con dignidad y esperanza. Sin embargo, uno de los momentos clave fue la reflexión sobre la ecodiaconía, una dimensión que une el compromiso diacónico con el cuidado de la creación.

En esta reflexión, se hizo énfasis en la necesidad de reconocer la creación no como un recurso a explotar, sino como un sujeto con dignidad y valor propio. Esta perspectiva nos invita a replantear nuestra relación con la creación, pasando de una visión utilitaria a una de respeto y reverencia. Cada componente del ecosistema tiene un rol vital en el equilibrio de la vida, y es nuestra responsabilidad valorarlo y protegerlo.

La justicia ecológica fue presentada como una extensión natural de la justicia social, ya que la destrucción de la creación afecta directamente a las comunidades más vulnerables, exacerbando las desigualdades. La teóloga Elsa Tamez nos recuerda que la opresión de los pobres y la explotación de los recursos naturales están profundamente interconectadas. La justicia que buscamos no solo implica equidad entre las personas, sino también el respeto y cuidado de la creación.

Este enfoque, que vincula la justicia social y ecológica, fue ilustrado por el trabajo del Centro Emmanuel, una obra clave en la integración de la fe y la acción ecológica. A través de proyectos como huertas comunitarias y educación ecológica, el Centro no solo promueve prácticas sostenibles, sino que fortalece a las comunidades, enseñándoles a vivir en armonía con la creación. Estos ejemplos concretos de ecodiaconía nos invitan a reflexionar sobre cómo estamos integrando el cuidado de la creación en nuestras vidas diarias.

El encuentro concluyó con un llamado a la acción, invitando a cada persona a asumir su responsabilidad en la regeneración de la creación. Desde pequeños gestos hasta proyectos comunitarios, se nos desafió a participar activamente en la protección y restauración del equilibrio ecológico. Este evento fue un testimonio de la esperanza que guía el trabajo diacónico, y de cómo la justicia social y ecológica pueden caminar juntas para construir un futuro más justo y sostenible para todas y todos.